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"Menem" y la moda de los 90: pieles, ponchos y ropa deportiva brillosa

"Menem" y la moda de los 90: pieles, ponchos y ropa deportiva brillosa

En sintonía con otros políticos resonantes, y salvando las distancias, así como Dick Cheney, vicepresidente de George W. Bush fue representado en la película Vice o el propio Donald Trump tuvo lo suyo en El aprendiz, Carlos Saúl Menem también tiene su biopic en la ficción recién estrenada por Prime Video para 240 países.

Menem, la serie de seis episodios, dirigida por Ariel Winograd y protagonizada por Leonardo Sbaraglia en el rol protagónico y Griselda Siciliani como su esposa Zulema Yoma, cuenta además con las actuaciones de Jorgelina Aruzzi, Juan Minujín, Marco Antonio Caponi y Mónica Antonópulos, entre otros.

Y si bien el foco está puesto en el devenir político del presidente, desde la campaña interna hasta la muerte de su hijo Carlitos Junior (Agustín Sullivan), los autores se atribuyen la licencia de narrar la historia en paralelo a la de una familia riojana. Esta última conformada por el padre y fotógrafo presidencial, Olegario Salas (Minujín), la madre y modista en ascenso, Amanda Salas (Aruzzi), y el hijo periodista, Miguel Salas (Valentín Wein). Los tres no solo transitan las vicisitudes de la llegada a Buenos Aires sino los entreveros del encumbrado círculo rojo que se arma en torno al mandatario.

Poncho para Menem.Poncho para Menem.

En ese derrotero de escenas, que no necesariamente sostienen una continuidad entre sí, la vestimenta, y por ende la caracterización de los personajes, se vuelve esencial para desandar el clima de época. “Es como un enorme desfile de ropa”, señala Pilar González, diseñadora de vestuario de la ficción.

Vale recordar además que Menem -tanto la persona, el político, como la serie- no habría sido el mismo sin su estilo de vestir tan paradigmático, con una primera etapa donde usó prendas telúricas, pantalones en denim (vaquero para estas tierras) y conjuntos deportivos. Luego, derivó en los sacos cruzados que de los colores cálidos y pasteles tornaron a los tostados, grises y azules. Eso, sumado a la diversidad de corbatas gráficas, siempre con nudo corazón. Ni que hablar de las patillas caudillescas y el color azabache de la tintura de su cabellera.

Dice González -graduada de la carrera de Cine y Artes Visuales por la Universidad Nacional de Córdoba- que el diseño de la vestimenta se ajustó a dos cuestiones centrales. Por un lado, están los atuendos casi calcados de sucesos y personajes reales, como cuando a la propia Zulema le negaron el ingreso a Olivos o la ya célebre caminata de Alfonsín y Menem en la previa al Pacto de Olivos. Y, por otro lado, también están las ropas de los roles netamente ficcionales que el público puede referenciar en otros que existieron.

Diseños deportivos, confeccionados en siré brilloso.Diseños deportivos, confeccionados en siré brilloso.

De hecho, es inevitable vincular el rol de Aruzzi con la diseñadora Elsa Serrano, haya o no similitudes entre ellas. Para empezar, al momento de acercarse al gobierno, Serrano ya era una modista consagrada, incluso había vestido a Norma Aleandro para la ceremonia del Oscar donde ganó La historia oficial. Por el contrario, el personaje pergeñado para la ficción es una costurera con aspiraciones, pero inexperta en las grandes ligas. Algo similar sucede con la vedette que interpreta Virginia Gallardo y con algunos funcionarios cercanos al presidente.

Vestuario y narrativa

La serie sí recupera y con creces el espíritu que definió el deber ser vestimentario del menemismo. Alcanza con detenerse en el uso del poncho con el que aparece el presidente montando un caballo blanco, las camisas de rayas exageradas o la insistencia en diseños deportivos, confeccionados en siré brilloso, comprados o desarrollados especialmente para esta edición.

Y claro que hay elementos suntuosos: las joyas, los relojes, las pieles de Zulema y el ya icónico tapado de María Julia Alsogaray (Antonópulos). Aunque esa escena en particular no sea igual a la que originó la tapa de la revista Noticias, funciona como síntesis perfecta de la transición de la política al espectáculo. Algo que seguramente hoy no llamaría la atención por la habitual provocación al lujo en las redes sociales, pero sí sería condenado que una figura pública aparezca con un abrigo confeccionado con un animal muerto.

Traje a rayas y camiseta adentro para Carlos Jr. y ambo ancho y blanco para Menem.Traje a rayas y camiseta adentro para Carlos Jr. y ambo ancho y blanco para Menem.

A su vez, el extendido uso del ambo y el terno o traje, es algo que excede a la serie y se circunscribe nomás al momento histórico. Solo para el rol del presidente usaron al menos 30 ambos, 12 de los cuales fueron hechos a medida para Sbaraglia y el resto reacondicionados de otros fabricados con anterioridad. Sobre las corbatas se aclara que no hubo escena en la que se repita la misma.

También se destacan las propuestas sartoriales femeninas, tanto para Zulema como para María Julia, en coincidencia con la tendencia del power suit que empoderó a las mujeres, sobre todo en la década de los 80.

Es que a González le pareció más acorde usar las tipologías y los modos de esos años para vestir a los personajes y no limitarse a los 90. Se explica además porque, en esa época, la moda llegaba siempre un poco más atrasada que lo que se veía en las pasarelas internacionales.

Tapado de piel. Mónica Antonópulos interpreta a María Julia Alsogaray.Tapado de piel. Mónica Antonópulos interpreta a María Julia Alsogaray.

Hay piezas originales de la mismísima Elsa Serrano, de Gino Bogani, y uno en particular de Paco Jamandreu: el saco multicolor que usa el personaje de Aruzzi cuando está preparando la apertura de su boutique.

Y si el aquí y ahora suele ser vinculado con la estética noventosa, incluida la manifiesta admiración de Javier Milei por Menem, esta cuestión se da de bruces al constatar que el uso del ambo o traje es denostado por el actual presidente y, en cambio, fue algo habitual para todo el funcionariado del menemismo.

Esta ausencia sea quizás la prueba más cabal de que la apariencia política de los outsiders de ese momento no se parece tanto a los de ahora, con prendas de fajina y aspecto poco amigable.

Clarin

Clarin

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